Las alarmas suenan y nos advierten que Navarra se va a tener que
enfrentar, más pronto que tarde, a problemas fundamentales sobre los que
deberá reflexionar cada ciudadano, con la certeza de que solo con
aquellas conclusiones a las que se llegue "en cada casa" en conciencia,
con auténtica convicción compartida, podrá constituirse un consenso
operativo, cohesionado y no sectario que, como en otras ocasiones
(Obanos, Gamazada) le va a hacer falta a nuestro país en los tiempos
venideros para sobrevivir.
En primer lugar, Navarra va a necesitar
recuperar su identidad. Esta identidad profunda que hace que,
históricamente, sea verdaderamente el único territorio actualmente
español que podría plantearse de inmediato la recuperación de su
soberanía plena, soberanía que, sin embargo, se encuentra en proceso de
disolución por la influencia de dos fuerzas contrarias, ninguna de las
cuales actúa de ninguna manera a favor de nuestros auténticos intereses.
Una de estas fuerzas, muy obvia, es la que representa el nacionalismo
abertzale vasco, que a lo largo de su trayectoria política ha ido
generando un cuerpo teórico completamente delirante pero que pretende
hacer pasar por verdadero: de todos es conocida la insostenible
pretensión de pertenencia histórica de Navarra a una superestructura,
antes Euzkadi zazpiakbat y actualmente una Euskal Herria política que
ahora, en una reversión que les ha hecho pasar del "Nafarroa Euzkadi da"
de las viejas pintadas en nuestros pueblos al actual "Euzkadi Nafarroa
da", se pretende asimilar conceptualmente con "Navarra" por medio de la
actual tesis de "Navarra, el Estado Vasco", falsaria justificación del
proyecto abertzale presentada como nueva doctrina a sus creyentes ante
la falta de fundamento de la anterior, pasando por alto interesadamente
algo que es tan obvio como que Navarra es el Estado navarro simplemente,
ya de por sí y como su propio nombre evidentemente indica, y que
Navarra siempre ha sido mucho más y diferente que "vasca". A su vez,
para negar la realidad, se procura ningunear, despreciar y vilipendiar a
toda costa lo que el país ya es y sus símbolos son, algo que, además de
ser una práctica política de denigración intencionada propia de
enfermizos acosadores (el equivalente al uso fascista del despectivo
término "españoles" con que pretenden insultar a los insumisos a su
dictadura ideológica), indica el nivel de arrogancia compensatoria del
complejo de inferioridad que sufren, inducidos tal vez por el victimismo
enfermizo cultivado sin medida por sus ideólogos desde su mismo origen.
Es sabido que los que piensan de sí mismos que son la raza o el pueblo
elegido (por sí mismos, por "Dios" o por su "Historia", que es sagrada,
naturalmente) nunca aceptarán que la historia real los sitúe en un lugar
diferente al que creen merecer en sus delirios de grandeza (una
mentalidad, por cierto, sobra decirlo, que es evidentemente muy poco
democrática).
No hace falta aquí poner de manifiesto que como más o
menos es sabido (porque el desarrollo histórico de este país nunca
terminará de ser estudiado, como toda historia en general) Navarra tiene
su raíz en los vascones (no confundir con "vascos"), pueblo influido
por culturas “celtíberas”, después romanizado, que acaba produciendo, en
los avatares de la historia, una entidad política diferenciada de
otras. Navarra no es generada por ningún ancestral "pueblo vasco" a cuya
"lengua originaria" hay que regresar (ahora fraudulentamente travestida
en batúa) sino que se desarrolla hasta acabar siendo Navarra por la
gente que llega a llamarse "navarros/as" al final de un complejo proceso
durante el cual también se genera el romance navarro-aragonés que acaba
confluyendo en lo que ahora es la lengua mundial "castellano", o
hispano, lingua franca generada en territorio de influencia
hispano-vascona, astur leonesa e hispano árabe, con la aportación
importantísima de este último idioma (el inglés de la época). El euskera
de Navarra es una lengua Navarra, claro, pero desde luego también lo
es, y con toda legitimidad, la que hablan navarros a lo largo de siglos y
acaba confluyendo hoy en el actual castellano, lengua que prácticamente
siempre ha sido usada como lengua administrativa oficial de nuestro
país, y en la que se escribieron los fueros cuando se recopilaron. Tan
lengua propia como la otra, y mucho más propia que el actual batúa, que
es, como la neo bandera inventada por un adolescente hace algo mas de
cien años ya, una neo lengua. Pero, claro, el castellano, lengua navarra
mayoritaria en la Navarra actual, es algo a batir en el proyecto de
suplantación de una realidad política por otra ideado y llevado a cabo
por el nacionalismo vasco. En fin, que los vascones, pues, junto con
otras gentes, acaban siendo navarros, no vascos. Navarros. Y su Estado
propio y pleno es el reino de Navarra, en este momento "Comunidad
Foral", cuyo derecho empieza compilándose en el Fuero General de
Navarra. Y este estado no es ningún "estado vasco", sino navarro,
porque, como ya he dicho y es evidente, Navarra no es vasca, ni
castellana, sino algo diferente que se llama precisamente Navarra y no
España, ni Euskal Herria, siendo esto último, y lo repito, como la
ikurriña, un invento político muy reciente, a pesar de lo cual se
pretende la suplantación ya comentada de lo verdadero, (Navarra), que es
sistemáticamente denigrado y despreciado, por lo ficticio (Euskal
Herría). Dándose esto por medio del adoctrinamiento persistente y
sectario de creyentes y crédulos, implacablemente condicionados desde la
cuna en el interesado y falso credo (falso como todo credo y también
como algún que otro “conocimiento”) que someramente se ha descrito aquí y
que hoy forma parte del lastre de paradigmas dogmáticos delirantes del
pasado que impiden y condicionan pensar el futuro con claridad.
Porque
la relación del nacionalismo vasco respecto a Navarra es muy
interesante, y merece la pena detenerse un momento en ella. Estas
fuerzas proclaman la “vasquidad” a redimir de una Navarra a la que
someten, con la excusa de esa redención, a un doble proceso, que
intentaré explicar a continuación.
Por un lado, pretenden la
imposición de una parte, "lo vasco", a un todo, "Navarra", procediendo
de una manera peculiar, es decir, con el arrasamiento de lo verdadero,
en un proceso de suplantación de identidad. El ejemplo mas evidente lo
tenemos en la imposición del "euskera batúa" como lengua oficial de "lo
vasco", cosa que poco tiene que ver con Navarra, pero sí con el "estado
alternatibo" que los "altematibos" nacionalistas vascos han ideado para
llevar a cabo su "construcción nacional", construcción de suplantación
de lo existente por algo inexistente, pero que, sin embargo, resulta ser
¡lo auténtico!
En segundo lugar, refuerzan además este proceso de
suplantación a través de un proyecto político de sistemática apropiación
consciente, apropiación indebida, de la cultura propia de Navarra: así,
por ejemplo, proliferan por ciudades y barrios "auténticos" joaldunak
(zampantzar de Ituren/Zubieta) arrebatados a Navarra y redefinidos como
"vascos". Pero Ituren y Zubieta son pueblos navarros, no "vascos", como
Lanz, Olite, Tudela, Alsasua, Estella, Amaiur, Bera o Goizueta, como
navarros son tanto el carnaval de Lantz como los Sanfermines, Olentzero,
o la romería de Ujué. Baste esto como ejemplo de la apropiación
indebida nacionalista vasca de tradiciones populares navarras, que son,
por lo tanto, no vascas, sino navarras, sean o no, total o parcialmente,
vasco hablantes, hispano hablantes, bilingües o plurilingües sus
protagonistas. Claro que hablamos de lo que no son sino síntomas
parciales de algo mucho más importante. Tan importante, de hecho, que en
sí mismo define hoy la esencia y culminación de la acción política
"abertzale" en Navarra, su finalidad.
Se trata del intento de
apropiación nacionalista "vasca" de la soberanía de Navarra. Por decirlo
a las claras, en plan navarro: el nacionalismo abertzale vasco necesita
a Navarra, que es, hoy también, soberana, para poder sustentar su tesis
“soberanista” del pretendido “pueblo vasco”
Este intento
consiste en travestir Navarra, que es tal cual, Navarra, en parte, parte
concretamente de “lo vasco", tal como ellos mismos lo definen, para,
con este despojo, poder justificar alguna legitimidad a sus pretensiones
soberanistas: Euskal Berría. Como esto no tiene fundamento alguno,
porque "lo vasco" es parte de Navarra y no al contrario, pero cumpliendo
racialmente con el arraigado y pertinaz precepto que dicen castellano
de "sostenella y no enmendalla", han inventado la nueva tesis, en el
acto definitivo de apropiación de legitimidad que comento, que proclama a
Navarra "el Estado Vasco" que nunca ha sido pero que quieren hacernos
creer que fue. Así, convirtiendo a guipuzcoanos, alaveses y vizcaínos en
navarros, se apropian (nosotros en realidad somos vosotros, así que nos
quedamos con lo vuestro porque, en realidad, es nuestro) de la
legitimidad soberana de Navarra. Que, insisto en esto para que quede
claro, es la única entidad política española que se podría declarar
independiente mañana mismo, si quisieran hacerlo sus ciudadanos, por un
simple proceso parlamentario, cosa que no pueden justificar en modo
alguno ni Cataluña, ni Euskadi, ni nadie más.
Es decir, se trata,
pues, de un doble proceso: los nacionalistas vascos se apoderan de lo
que es nuestro, mientras intentan imponer lo suyo como si fuera lo
verdaderamente nuestro. Es un producto de su adicción a la cuquería
política (forma de hacer política de la que suelen acusar a los demás):
vamos a los nidos de los ruiseñores, jilgueros y txantxangorris
(navarros de la ribera, la zona media o la montaña, claro) les ponemos
nuestro huevo de cuco (sin que deje de ser de serpiente) y nos
encontramos con una descendencia de cucos que se creen ruiseñores,
jilgueros o petirrojos...sin poderlo ser, porque ya son cucos, como es
el caso. Esto viene además acompañado por la pretensión de equiparación
del Fuero de Navarra, Ley del Estado soberano de Navarra, con los fueros
provinciales de las tres provincias. Nombres semejantes de realidades
diferentes.
Pero Navarra no tiene el problema por ese lado,
solamente. Desgraciadamente, ninguna de las fuerzas políticas operantes
en nuestro país parecen actualmente dispuestas a defender nuestra
identidad, compleja y diversa pero nuestra, con todas las consecuencias.
Los socialistas navarros tienen, como los postcomunistas de IU,
demasiados condicionamientos ideológicos y lastres del pasado como para
enfrentarse
con el nacionalismo, abertzale o no, en términos
ideológicos, y liberarse tanto de su influencia negativa (resulta que
los cucos son más "de izquierdas" que nadie, y más lo que haga falta,
hasta demócratas, desde luego) como de las servidumbres que esta
dependencia les suscita (y la propia con la auténtica dirección del
partido en Madrid, como acabamos de ver en un episodio lamentable donde
se ha vendido a la ciudadanía de Navarra por un plato de lentejas, en un
acto que solo se puede definir como de deshonrosa corrupción política
intrínseca y que no ha llevado a nadie a dimitir). Y menos aún les lleva
a enfrentarse a ellos en términos de soberanía nacional de Navarra,
algo que, para estas ideologías “de izquierda” tan comprensivas con
catalanes o vascos, no existe, escudándose en que promueven un vaporoso
federalismo que, en todo caso, debería ser una opción a decidir por los
ciudadanos de Navarra en su momento, y tras una discusión democrática
efectiva de esa opción o cualquier otra posible. Además, otras de estas
fuerzas "de izquierda", como Baztarre, ahora en alianza con IU, que tal
vez pudieran desarrollar una cultura política local y autónoma crítica y
democrática ya que es genuinamente navarra, se adhieren,
desgraciadamente abducidas, a lo que voy a denominar tesis filovasquista
(la tesis de que lo euskaldún de Navarra es "vasco” y no "navarro",
como ya he dicho). El hecho de que el socialismo surge en un contexto de
humanismo universalista (después "internacionalista") hace a estas
fuerzas tener dos varas de medir, cuando no deberían tener ninguna.
Baste poner de manifiesto las patochadas de un Cayo Lara o un Pere
Navarro sobre el auto otorgado "derecho a decidir" de Cataluña, mientras
se pretende acabar despectivamente con la soberanía legal de Navarra o
con los conciertos vascos. En fin. Además contamos con la actual UPN,
conglomerado de intereses que se define como "regionalista", que se
encuentra a la defensiva y apoyándose sumisamente, ante la embestida del
nacionalismo vasco, en una derecha española que ostenta el poder en
España a través de un partido de delincuentes políticos neo franquistas
de la peor especie y que también tiene aquí delegación oficial. Fuerza
política, UPN, sumida ella misma en graves escándalos de gestión
corrupta, cosa que a muchos de sus militantes desagrada, que en nada
favorece a Navarra y que contribuye a la parálisis actual del país.
Podemos decir, pues, que aquí y ahora, en general, las fuerzas que no simpatizan
o
contemporizan con el nacionalismo abertzale lo hacen con el
nacionalismo español. Pero, y he aquí el origen de nuestros males, a
pesar de que los políticos pretendan imponernos su interesada realidad
virtual, resulta que mucha gente cree que ni somos solo galgos ni solo
somos podencos. Y resulta, claro, que Navarra es Navarra, con muchas
cosas en común con todo el entorno, incluido el lado navarro de los
Pirineos como no puede ser de otra manera, y especialmente con la
península tras quinientos años de una relación problemática pero
efectiva, en la que Navarra solo ha sido puesta
en cuestión, como ahora, por pura debilidad o dejación de los propios navarros.
Cuando
Navarra entra a formar parte de lo que hoy llamamos el Reino de España,
no hace dejación voluntaria de su soberanía, sino que acaba
"acordándola" (con las instituciones de los demás ciudadanos españoles).
Así que hoy, en tanto navarros compartimos nuestra ciudadanía
parcialmente con los demás ciudadanos españoles, en un proceso histórico
que termina, de momento, con la Constitución de 1978. Y hay que dejar
claro que el resto de España no puede alterar unilateral mente, pues no
tiene legitimidad alguna para hacerlo, ni la ha tenido nunca, la forma
en que Navarra acuerde formar parte del estado español, actual Reino de
España. Porque, para los ciudadanos de Navarra, es esta la que es
democráticamente soberana en sus instituciones.
Pronto nos podríamos
encontrar con una situación en la que podría ser que se "permitiera" la
independencia de Cataluña, (o "Euskadi"). A mi entender, en ese momento
Navarra debería estar preparada para reclamar y declarar
unilateralmente su
propia soberanía, ya que el sujeto político con
quien se mantienen los acuerdos actualmente, el Reino de España, habría
desaparecido como tal, puesto que España lo
es con Cataluña, y sin Cataluña (o Euskadi) sería otra cosa, aún con el mismo nombre.
No es el Parlamento ni el pueblo español, incluidos ahí "vascos" y "catalanes", los que
tienen
la potestad de decidir por Navarra, sino el pueblo de Navarra. En mi
opinión, además, el Parlamento de Navarra debería ser radicalmente
renovado: parece inaceptable que la forma en que queramos salir de la
crisis de sistema en la que nos encontramos, o la manera como debamos
configurar nuestra convivencia en general (régimen local, relaciones
laborales, sistemas fiscales, etc.) pueda venir impuesta por el
Parlamento de Madrid, con la aquiescencia de parte de la actual
estructura de partidos locales, partidos que representan conjuntamente
una realidad donde la variante que pretendo poner de manifiesto aquí y
que creo que es muy sentida por muchos navarros de diferentes
sensibilidades sociales no está representada de ninguna manera.
Pasan
muchas cosas sin que al parecer a nadie importe. Pasa el
estrangulamiento (ya superada la memez, pero sirva de ejemplo a no
olvidar) por parte del nefasto gobierno doctrinario abertzale de
Guipúzcoa de la salida Navarra hacia Hendaya e Irún sin que se cuestione
el derecho a decidir nada por parte de esa gente sobre una carretera de
titularidad Navarra (y que debe seguir siéndolo), y sin que el
Parlamento de Navarra reclame a Guipúzcoa territorios históricos de
Navarra, como Fuenterrabia/Hondarribia. ¿Hay patriotas navarros en este
Parlamento, actualmente, o solo lobos vendepatrias vestidos de cordero,
sean estos de la casta merina o de la latxa? Pasa que no es quién Pere
Navarro, un dirigente socialista que aún no ha dimitido (ninguno lo
hace), para decir nada sobre la relación económica acordada entre una
soberanía, la de Navarra, con el resto del estado español. Y pasa que
habrá que preguntar a los navarros si queremos formar parte como “estado
federado” de un futuro "estado federal" o no (o preferimos, por
ejemplo, la forma confederal que subyace actualmente, o la
independencia). Pasa que tal vez haya llegado la hora en que Navarra
asombre al mundo, como pronosticara Shakespeare, recuperando su
soberanía plena en cuanto a poder desarrollar políticas plenamente
democráticas, ajenas y distintas a la omnipresente y obsoleta euro
estafa, y desarrollar localmente, con nuestros medios, el Segundo Estado
de Bienestar, que es lo que nos haría salir de esta crisis de sistema,
configurando un sistema diferente y mucho más moderno, acorde con la
tecnología que tenemos a nuestra disposición y con la percepción
democrática avanzada de un país educado de verdad (pero anestesiado)
como es el nuestro. Pasa que tal vez ha llegado el momento de reclamar
nuestra soberanía plena, sin dejar de formar parte de una España
democrática o de una Europa democrática, pero por nuestra voluntad de
que así sea, a nuestra manera, con nuestra forma de ser, no desde la
disolución sino desde la cooperación democrática.
Navarra es Europa antes de ser España. Navarra no era España (y los vascos y
catalanes
si) cuando los Reyes Católicos expulsaron a los judíos, ni cuando
descubrieron América para Europa. Navarra nunca dejó de ser soberana ni
tras ser vencida en 1512 o 1521, y tampoco puede dejar de serlo ahora
porque lo digan otros. Así que desde estas páginas quiero hacer un
llamamiento público a todos los navarros, a los que no tienen
adscripción política pero también a aquellos que militan en ideales
democráticos pero no son sectarios: empecemos a generar el futuro,
creando la herramienta que desarrolle ese futuro. Navarra nos necesita a
todos en esta hora. Necesita curar y limpiar las raíces de esta haya
(que no roble) milenaria y permitir que del tronco común salgan ramas,
ramitas y hojas sanas y diversas, como la misma sociedad democrática,
porque ribera o montaña todo es Navarra y para que salgan los brotes
verdes que realmente queremos se necesita una nueva primavera.
Necesitamos confluir para aportar en un movimiento democrático nacional
por la recuperación plena de la soberanía de Navarra, una recuperación
que nos permita desarrollar a nuestro modo, democráticamente, el
gobierno directo del pueblo, por el pueblo y para el pueblo y la
democracia del siglo XXI, la Democracia 2.0 del Segundo Estado de
Bienestar, el de un sistema financiero público, una renta básica general
garantizada y el énfasis en un desarrollo cultural propio (social,
científico, técnico, artístico, etc.) en todos los sentidos, integrado
en el mundo. Este es el tercer reto, el del futuro, y la solución a cómo
hacerlo resolverá a su vez los otros dos.
Y lo debemos hacer, en Navarra, los navarros.
Partido Fantasma 7 de julio de 2013